miércoles, 21 de enero de 2009

Ser, Aprender, Hacer y Convivir

Es tan importante aprender a estudiar como elegir aquello que se estudia, ya que el conocimiento no es un fin en sí mismo. Antes era un adorno sobre el qué y el cómo decir, hoy importa más saber qué y cómo hacer y con quién asociarse. La realidad del momento es que las carreras terciarias y universitarias estan proporcionando solo el saber a nivel conocimiento, a nivel contenido y lo que se necesita es cumplir con "las cuatro A": Aprender a ser, Aprender a aprender, Aprender a hacer, Aprender a convivir.

La educación formal, puso el acento en la transmisión de contenidos antes que en su propio significado etimológico: "sacar de adentro y desarrollar los recursos naturales del hombre": la A de Aprender a ser. Por eso es necesario aprender a estudiar con un enfoque distinto.

La escuela se equivoca al correr detrás de una información que crece en modo exponencial, capacitando para una sociedad y para una economía que ya no existen. La educación se orientó a competir en una carrera perdida de antemano. La asincronía entre la velocidad de los cambios y la falta de capacitación sobre cómo aprender a estudiar cómo enfrentarlos generó la mentalidad de bombero – el que se apura apagando incendios pero que no domina "las cuatro A" que le enseñarían a iluminar lo importante.

Ante esto aparece la insatisfacción sin saber el por qué, sin tomar conciencia que la causa es la falta del sentido de la vida, orientada hacia el qué hacer y no al para qué del hacer. Por eso, Nietzsche dijo "Quien tiene un para qué vivir, encontrará casi siempre un cómo". El sentido es algo que se encuentra en el interior de uno mismo pero que por error se busca afuera. Implica poder contestar preguntas básicas como ¿qué cosas te entusiasman?, ¿qué es lo que despierta tu verdadera pasión?, ¿qué es lo que te gustaría dejar como legado en este mundo?

No es cuestión de decir " no espero nada de la vida", sino de conocer lo que la vida espera de ti.

Conectarse con la obra personal – siempre inconclusa - genera la motivación necesaria para concluirla. El sentido de tu vida no es algo que debes esperar hasta que ocurra, sino algo que puedes conquistar poniéndote en marcha, preparándote para aprender a estudiar.

La A de Aprender a aprender incorpora específicamente el problema del método, o de aprender a estudiar. El reflejo intuitivo no produce la respuesta, cada persona reacciona como puede y habitualmente aplicando la fuerza bruta lleva a la práctica la máxima de Sarmiento: "La letra con sangre entra".

Esta contradicción fundamental del sistema educativo no tiene parangón en otras áreas del saber en las cuales se privilegia la metodología como sinónimo de camino. La mayor riqueza del hombre son sus métodos, decía Nietzche. Al soldado, antes de ir a la guerra, se le enseña a manejar sus armas pero al estudiante se lo lanza a la batalla de la vida sin transferirle las herramientas básicas del aprender a estudiar.

La tercera A es Aprender a hacer que enfrenta al enciclopedismo – el mal que produce ingenieros taxistas- y otros profesionales que no saben aplicar sus conocimientos. Para triunfar la motivación y la metodología del saber cómo, deben ir de la mano en el proceso de obtener resultados.

Hacer es administrar el capital intelectual, saber pasar del texto al contexto. Pero las carencias del modelo se acentúan cuando se comprueba que no prepara para el mundo del trabajo. Pese a los largos años de estudios el egresado no domina las destrezas que reclaman los mercados de empleo y de negocios.

La cuarta A, Aprender a convivir, capitaliza la amistad: "la ciencia de los hombres libres", cuida el capital humano que vive en cada relación, no lo despilfarra alegremente ni lo pierde con la evasión de divisas que representa cada argentino que busca su futuro en el exterior.

El mundo del intelectual que trabaja con palabras y conceptos y el del hombre de acción que lo hace con personas y cosas, deben integrarse. Así surgirá la creactividad, la herramienta del aprendizaje vivo que reúne y potencia en un entorno sistémico el espíritu, el conocimiento, el hombre, la sociedad y la materia, llevando a la práctica el concepto de que se debe y se puede aprender a estudiar.

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